AIDANA Y SUS LETRAS REVUELTAS

               A l cruzar la calle vio caer un billete del bolsillo de la mujer que caminaba delante de él. Se apresuró a recogerlo mientras la luz verde parpadeaba anunciando el cambio. Al llegar a la vereda busco con  la mirada a la dueña del magro botín. Allí estaba ella a poca distancia. Algo contrariado apresuro el paso, aunque la mujer se dirigía a algún lugar en sentido opuesto a él,calculo que llegar hasta ella no le tomaría demasiado tiempo. Casi corriendo, no tardó en darle alcance. Cuando le hablo, ella lo miro con  desagrado,unas notas de desprecio asomaron por sus ojos de mujer vieja y cansada. No se detuvo. Él insistió, ella se detuvo molesta, no quería perder el tiempo hablando con un desconocido. él, parado frente a ella, estiro la mano  con el billete  y con gesto casi infantil   dijo: "Se le cayó cuando cruzo en la esquina". La mujer lo recibió con una mezcla de  asombro y gratitud, era  el único dinero que le quedaba y aun faltaba demasiado para fin de

C ada día al subir al vagón del metro buscaba sentarse al rincón  junto a la ventana. Le gustaba ver el reflejo de aquel espacio, sentía que desde allí podía mirarlo todo libremente sin chocar con otros, sin tropezar con otras miradas.  Desde su improvisado observatorio podía, sin parecer impertinente, fijarse en cada escena, cada persona, cada gesto, un cuadro diferente día a día.  Mirar reflejada su propia imagen junto a los demás siempre le hacía sentir menos sola, menos nadie. Aquel trayecto cotidiano la hacia sentir que era parte de ese algo.                                                           Fin Aidana- Pequeños cuentos pendientes

U n día descubrió que podía contar historias, no sabía, ni siquiera lo había imaginado. Así fue hasta  que busco sus audífonos para oír música camino al trabajo y no los encontró. Abrumado pensando en el largo trayecto accidentalmente oyó una conversación, luego otra y otra.  Se divirtió siendo parte anónima de la tertulia itinerante del micro bus.   Oyó historias tristes y otras muy  graciosas, quería contarlas, sintió que debía hacerlo. Para no perderles  en su memoria las comenzó a escribir. Así descubrió que podía contar historias completando con imaginación lo que oía a medias antes de que el timbre anunciase cada nuevo  final.                                                           Fin Aidana- Pequeños cuentos pendientes