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Mostrando las entradas de octubre 31, 2015

GRISELDA

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G riselda era como quien dice, parte del paisaje cotidiano de la población,  era difícil que alguien que viviera en aquel lugar no supiera de su existencia, se le podía ver a menudo en la línea del tren  compartiendo sus vicios con otros muchachos consumidos por las drogas. Demacrada, con varios dientes menos, como claros efectos de sus adicciones, de pelo negro enmarañado, de facciones indescifrables producto de su extrema delgadez, de caminar rápido con un gracioso balanceo de sus manos que semejaban los movimientos de un mono. Así era la Griselda, risueña y respetuosa pese a todo, nunca se supo que hubiese robado, como ella decía, "prefiero pedir en vez de andar robando oiga". Pero también era sabido que muchas veces sus urgencias la llevaron a transar sexo por drogas. La miserable vida de esta mujer que en tiempos lejanos perteneció a alguna familia, en algún momento, había quedado atrapada en este submundo paralelo, en un mundo del todo vale, de miseria

EL HIJO

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L as luces de la calle ya estaban encendidas cuando regreso. No sabía decir cuántos años habían transcurrido desde que abandono  entre lágrimas aquella calle prometiéndose no volver jamás, sin embargo las vueltas de la vida lo ponían en ese sitio nuevamente.  Esta vez, más maduro, se reencontraba  con ese pasado donde  habitaban  sus miedos más profundos y danzaban burlonas sus penas acompañadas de sus muertos abandonados al olvido. Aunque  había descartado regresar, en su corazón  era un pendiente complicado, algo que debía enfrentar, una angustia permanente que se encargó de evadir por largo tiempo llegándose a convencer a ratos, de haberla superado.  Al estar parado allí, con la mochila en la mano como cuando volvía de la escuela,  en esa,  la calle  donde quedaron guardadas las "pichangas" infantiles, las carreras de autos de madrera construidos por él y sus vecinos, las tardes de jugar a la troya con las bolitas de cristal que en un tiempo fueron su mayor orgu