AIDANA Y SUS LETRAS REVUELTAS

 C ierta vez un hombre que en su juventud se rebeló ante la injusta sociedad y mantuvo su postura ya mayor vistiendo poleras estampadas de sus grupos musicales favoritos. Hombre consecuente se decía, no hay edad para el rock...Este hombre, este dia en cuestion, miraba la tv cuando de pronto  sobresaltado comenzó a lanzar improperios al aire, improperios que por lo demás sólo él y su gato podían oír pues vivía solo. Su viejo gato acostumbrado a los arranques furibundos de aquel, salió sigilosamente por la ventana entreabierta, mientras el cuarentón rebelde y rockero como se describía a sí mismo, seguía vociferando. Estaba realmente furioso, no podía creer lo que decían las noticias ¿será posible tanta sinvergûenzura? Repetia entre gruñidos. Como no tenia con quien hablar, su ira debío esperar hasta el dia siguiente en su trabajo. Le gustaba mantenerse informado y comentar las noticias. Así pasó la noche y llegó la mañana, mientras se vestía encendió la TV. Como  de costumbre en el

M e duele la muerte injusta, me duele la hipócrita mano asesina. Mano que por un lado golpea y desgarra la vida de estudiantes, niños, ancianos, mujeres y hombres inocentes. Por cientos , por miles. Mata de hambre y sed, mata con bombardeos, aniquila por metralla. Maldita mano asesina disfrazada de fanatismo religioso , la misma que escribe notas de repudio a actos terroristas. La misma que se estrecha a otras para sellar el destino de algún país que tengan en la mira. Hoy y  cada día , aunque no éste de moda decirlo me duele la muerte, me duele la injusticia, me duele y no sé describir cuanto ...Me duele la muerte injusta causada por un sistema avasallador y asesino, un sistema que esconde intenciones de saqueo de recursos  y poder tras conflictos armados,sucios socios  negocian la sangre como un costo social necesario para lograr sus afanes de poder... Lo mismo da si es un francés, un palestino, un sirio, un mexicano ...la diferencia y el acento dependerá sólo de lo que quieran l

Cada mirada que él le dedicaba hacia la diferencia entre el amor mas profundo y la cruel indiferencia. Bastaba solo un roce de sus manos para que un torbellino se desatara en su mente. Tan simple, tan mágico era lo que ellos tenían , tan solo de ellos. Su amor era del bueno, de ese leal, fiel, respetuoso, su amor era tan grande y bueno que espantaba a los egoístas y escandalizaba a los hipócritas, así fue siempre y en cada vida.  No es que fueran por el mundo presumiendo de su amor, es que cuando se abrazaban el sol parecía mas brillante aun en días grises... Cortos pendientes Aidana  letras (R)revueltas

  PRIMERA PARTE  Mi nombre es Francisca, bueno ese es uno de los muchos nombres que he llevado en la vida , a diferencia de los otros ,este si aparece en mi certificado de nacimiento, este es el nombre que mis padres quisieron para mi ,el que a partir de mis 15 años tuve vetado por mucho tiempo. Alguna vez fui Isabel, Camila, Rosa, Sofia, Sonia, Cecilia, Angelica...Fueron tantos los nombres como los lugares en los que habite, la vida y la muerte se me presentaban a menudo, así, tal cual , sin opciones intermedias  todo dependió siempre de una sutil decisión. Salir o no salir, mirar o no a tiempo,un gesto, un saludo, correr o caminar , confiar o no hacerlo. Tiempos de claro oscuro permanente, tiempos en que muchas personas pasaron por mi vida , personas a las cuales por seguridad fui olvidando, o mas bien no me permití recordar tal como con Manuel esa primera vez que nos vimos en medio de una reunión de base.  Era mayo de 1983 y Juan, mi eterno amigo y cómplice de travesuras infantil

                T odo ,absolutamente todo lo que esta escrito en este blog (o como se llame) brotó de mi cabeza. Cualquier parecido con alguna historia verdadera no es mera coincidencia, más bien es producto de la poca originalidad de la vida que algunos sustentan y/o también culpa de las muchas alegrías y desgracias parecidas que suelen ocurrir. Los malos o los buenos que presento serán de su absoluta responsabilidad, al igual que los desequilibrios mentales , emocionales y los que sea que aparezcan en mis pobres narraciones. Usted verá si las lee o no, yo cumplo con escribir lo que me dicta la intranquilidad de mi exasperarte imaginación. Ella me urge con berrinches fantasiosos para escribir alguna nueva historia, la que seguramente viene de algo que alguna vez oí, leí, soñé o viví. Sucederá muchas veces que aunque no sean cien por ciento reales podrá usted identificar algunos momentos y situaciones que si son o fueron ciertas, tan ciertas como que detrás de cada una de estas histo

G riselda era como quien dice, parte del paisaje cotidiano de la población,  era difícil que alguien que viviera en aquel lugar no supiera de su existencia, se le podía ver a menudo en la línea del tren  compartiendo sus vicios con otros muchachos consumidos por las drogas. Demacrada, con varios dientes menos, como claros efectos de sus adicciones, de pelo negro enmarañado, de facciones indescifrables producto de su extrema delgadez, de caminar rápido con un gracioso balanceo de sus manos que semejaban los movimientos de un mono. Así era la Griselda, risueña y respetuosa pese a todo, nunca se supo que hubiese robado, como ella decía, "prefiero pedir en vez de andar robando oiga". Pero también era sabido que muchas veces sus urgencias la llevaron a transar sexo por drogas. La miserable vida de esta mujer que en tiempos lejanos perteneció a alguna familia, en algún momento, había quedado atrapada en este submundo paralelo, en un mundo del todo vale, de miseria

L as luces de la calle ya estaban encendidas cuando regreso. No sabía decir cuántos años habían transcurrido desde que abandono  entre lágrimas aquella calle prometiéndose no volver jamás, sin embargo las vueltas de la vida lo ponían en ese sitio nuevamente.  Esta vez, más maduro, se reencontraba  con ese pasado donde  habitaban  sus miedos más profundos y danzaban burlonas sus penas acompañadas de sus muertos abandonados al olvido. Aunque  había descartado regresar, en su corazón  era un pendiente complicado, algo que debía enfrentar, una angustia permanente que se encargó de evadir por largo tiempo llegándose a convencer a ratos, de haberla superado.  Al estar parado allí, con la mochila en la mano como cuando volvía de la escuela,  en esa,  la calle  donde quedaron guardadas las "pichangas" infantiles, las carreras de autos de madrera construidos por él y sus vecinos, las tardes de jugar a la troya con las bolitas de cristal que en un tiempo fueron su mayor orgu

E l día pintaba para ser uno mas, nada había en el que hiciera prever alguna novedad. Subió al micro-bus con gesto indiferente, llevaba en la mente alguna idea urgente de la cotidianidad , vio un asiento desocupado y camino hacia el. Allí sentado, algo cansado anticipadamente del día que iniciaba, sumergido en pensamientos entremezclados entre presente y pasado, entre lo urgente y lo banal... de la nada vino a su mente y punzo su corazón un recuerdo. Al principio lo sintió fugaz , se apresuro en intentar anularlo, como siempre, pero ya era tarde, ya se había presentado, sin permiso, rebelde y empalagoso. ¿Como olvidar su aroma, su risa, su mirada y gestos tiernos casi infantiles? Otra vez se presentaba esta eterna mujer pendiente, tan de él sin haberle pertenecido nunca. Se arrepintió de no haber logrado detener los recuerdos.El temor se manifiesta de variadas formas y seguro esta era una manifestación de ello pensó.Ella representaba el salto que no dio, la ca

Solo espero que lo que escribo, algun día, pase de boca en boca, sea un susurro, un soplo, un algo de mi que comparto.Porque cuando lo leas y hables de ello con alguien seguiré existiendo a través de ti, de tus ojos, de los oídos que oyeron el susurro y lo convirtieron con imaginación propia en un algo que valió la pena leer... Aidana- Letras (R)evueltas

Se preparo temprano para ir al medico, se baño con agua bien caliente hasta dejar enrojecida su piel, se puso su ropa interior nueva, esa reservada solo para ocasiones especiales y, para él la visita al médico resultaba la única ocasión especial en que podía lucir sus mejores prendas. Se baño en colonia Flaño, tradición que había heredado de su padre, en realidad ni siquiera le gustaba ese aroma , pero evocaba  recuerdos de infancia, de esa época lejana en que todo estaba por pasar y eso como que lo hacia feliz.  Para revisar los resultados de su prolija preparación , salio al patio a ver su reflejo en la ventana, en su casa nunca hubo un espejo de cuerpo entero, lo creía un lujo innecesario para un hombre solo. La imagen que le devolvió la ventana le pareció adecuada, intento solo ver la ropa y el peinado, no quiso ver su cara arrugada y las canas que cubrían su pelambre escaso.  Le gustaba ese día del mes en que dejaba atrás su overol gris con verde papagayo, uniforme que debía usar

A los lejos el sonido de una cumbia rompía el silencio y su paciencia. Los años y la soledad la habían vuelto amargada.  Nadie , ni siquiera ella sabia en que momento había comenzado fondear su solitaria vida arrastrando como tormento cada nuevo día. Para quien no la conociera se veía como una vieja normal, tal vez algo estrafalaria en sus formas. Sin embargo estar cerca de ella por mas de diez minutos podía significar la depresión al mas optimista.  De baja estatura, delgadez extrema y sonrisa inexistente, así era Marcia. Sus vecinos no sabían precisar desde cuando la conocían. Para la mayoría, esta mujer que mas parecía  una vieja bruja que una abuelita, siempre había estado allí  ocupando la casa de la esquina, rabiando con los niños que tiraban la pelota en su jardín, dando escobazos a los perros que ensuciaban su maltrecho césped.  Ella no demostraba nada que pudiera identificarse como un sentimiento amoroso hacia alguien o algo. La rutina de su existencia iba de limpiar su casa,

Te quería decir Te quería decir que es un agrado compartir este instante de vida en el que nos toca coexistir. Te quería decir que a veces me sorprendo pensándote y eso me hace feliz Te quería decir que me gusta cuando callas, hablas, cantas y ríes a carcajadas, Te quería decir que no vivo a través de ti, pero que me encanta cuando estas aquí , Te quería decir que tus ojos chinitos sonrientes iluminan hasta mi día mas gris, Te quería decir que no importa cuanto tiempo pase nunca es suficiente para acurrucarme en ti, Eso te quería decir. Aidana - octubre 2015

-Di algo que me sirva para estar bien...  Se miraron a los ojos en completo silencio. Un instante largo ,frío y sin palabras definió lo que seria la despedida. Así la recordó para siempre, sabia que desde ese día ya nada sería lo mismo. Un escalofrío recorrió su espalda , un sudor frío le empapó la frente y un suspiro profundo puso fin al paréntesis cotidiano de la nostalgia. Luego la vida volvía a ser la misma, sin ella desde esos tiempos lejanos, pero con su recuerdo latente ,siempre y para siempre. (Desorden mental - Aidana y sus letras revueltas)

Sin prisa, sin interés, como si se tratase de un simple trámite, ahí estaba comenzando su rutina diaria de preparar café antes de entrar a la improvisada sala de "interrogatorios", eufemismo macabro para llamar a aquel espacio. La mujer desnuda que agonizaba atada al viejo catre oxidado, no llamo su atención. Aun con el tazón de café en su mano miro un destartalado escritorio donde en la portada de un diario se podía leer " terroristas muertos en enfrentamientos" . Una got a caía constantemente en el lavamanos sucio. Encendió la radio, la musica invadió el lugar, la mujer se remeció, entró otro hombre saludando con entusiasmo al del café. Hablaron del clima, rieron recordando la borrachera del día anterior. La mujer en total incertidumbre, temblaba en su agonía con los ojos vendados adivinando lo que estaba por venir... La música sonó mas alto apagando los gritos que dejaron de ser... Miseria humana - Aidana y sus letras revueltas

               A l cruzar la calle vio caer un billete del bolsillo de la mujer que caminaba delante de él. Se apresuró a recogerlo mientras la luz verde parpadeaba anunciando el cambio. Al llegar a la vereda busco con  la mirada a la dueña del magro botín. Allí estaba ella a poca distancia. Algo contrariado apresuro el paso, aunque la mujer se dirigía a algún lugar en sentido opuesto a él,calculo que llegar hasta ella no le tomaría demasiado tiempo. Casi corriendo, no tardó en darle alcance. Cuando le hablo, ella lo miro con  desagrado,unas notas de desprecio asomaron por sus ojos de mujer vieja y cansada. No se detuvo. Él insistió, ella se detuvo molesta, no quería perder el tiempo hablando con un desconocido. él, parado frente a ella, estiro la mano  con el billete  y con gesto casi infantil   dijo: "Se le cayó cuando cruzo en la esquina". La mujer lo recibió con una mezcla de  asombro y gratitud, era  el único dinero que le quedaba y aun faltaba demasiado para fin de

C ada día al subir al vagón del metro buscaba sentarse al rincón  junto a la ventana. Le gustaba ver el reflejo de aquel espacio, sentía que desde allí podía mirarlo todo libremente sin chocar con otros, sin tropezar con otras miradas.  Desde su improvisado observatorio podía, sin parecer impertinente, fijarse en cada escena, cada persona, cada gesto, un cuadro diferente día a día.  Mirar reflejada su propia imagen junto a los demás siempre le hacía sentir menos sola, menos nadie. Aquel trayecto cotidiano la hacia sentir que era parte de ese algo.                                                           Fin Aidana- Pequeños cuentos pendientes

U n día descubrió que podía contar historias, no sabía, ni siquiera lo había imaginado. Así fue hasta  que busco sus audífonos para oír música camino al trabajo y no los encontró. Abrumado pensando en el largo trayecto accidentalmente oyó una conversación, luego otra y otra.  Se divirtió siendo parte anónima de la tertulia itinerante del micro bus.   Oyó historias tristes y otras muy  graciosas, quería contarlas, sintió que debía hacerlo. Para no perderles  en su memoria las comenzó a escribir. Así descubrió que podía contar historias completando con imaginación lo que oía a medias antes de que el timbre anunciase cada nuevo  final.                                                           Fin Aidana- Pequeños cuentos pendientes

A l salir de clases lo vio nuevamente, estaba parado en la esquina igual que el día anterior, igual que la semana anterior. Con curiosidad y decisión avanzo hacia él  para preguntarle porque la estaba siguiendo. Cuando se aproximaba, el hombre cerró el diario que simulaba leer y camino de prisa alejándose. Ella siguió sus pasos con la mirada, luego le hizo un gesto a un compañero de curso para que se acercara.  El muchacho  quien estaba al tanto de la reciente aparición del misterioso “escolta” se ofreció a acompañarla a tomar el bus. Caminaron las dos cuadras que separaban el liceo del paradero, vigilantes ,pero sin miedo, así como son los adolescentes.  La vida por esos años tenía un gusto extraño.  Él país estaba en una especie de trance, el embobamiento esperanzado de avanzar hacia una forma desconocida de democracia nublaba la vista de muchos. Había otros, más desconfiados, que no veían con buenos ojos los amarres y acuerdos que se estaban tramando entre gallos y medianoc

E l sistema por medio de sus eficaces aliados: la publicidad, la religión y la tv…Nos quiere tranquilas en nuestro rol y nos ha dado un nuevo trato, el de “multimujer” una mezcla de madre, trabajadora, esposa, amiga, etc. que tiene el deber de cumplir con su “rol histórico” de hacer todo bien y en taco alto, maquillada, siempre lindas, des estresadas, jóvenes, delgadas, sonrientes y sexys ¿Cómo lo logremos? Es una respuesta que el sistema no nos da. En realidad la omisión del mismo frente a ello da claridad de que lograr cumplir con el “rol histórico” modernizado en el concepto de “multimujer” será nuestro problema, es decir: O lo hacemos exitosamente o somos un fracaso, no existen términos medios, después de todo para este sistema ¿Qué tan complicado puede ser? Cada 8 de marzo se nos dice lo mucho que hemos avanzado… Tanto que casi no tendríamos de que quejarnos, porque las multimujeres somos mujeres que votan y pueden llegar a la presidencia, mujeres que si se “esfuerzan” pueden ll

E ra uno de esos días en que  se sentía  en guerra con el mundo. Salió de casa temprano, dejo a su pequeño hijo en el jardín infantil, distante un par de cuadras de la casa donde vivía. Se despidió dándole un beso en la mejilla, lo miro alejarse hasta perderse al interior del pasillo de la mano una “tía”. Se dirigió  a la parada de colectivos con esa sensación de culpa que la invadía al dejar a su pequeño con otras personas. Dando un suspiro intento cambiar de pensamientos, su estómago revuelto al igual que sus ideas presagiaban un día de mierda. Como suele suceder en los malos días, todo se iba conjugando para hacerlo cada vez peor.  Nerviosa por la larga espera maldecía en la parada, cuando al fin llego un colectivo una mujer vieja  le pidió que dejase subir a una embarazada.  No respondió, estúpidamente se trabó en decidir entre  llegar atrasada al trabajo por ser amable, o subir al colectivo para no llegar tarde importándole un comino la embarazada, a fin de cuentas ¿Qué culpa

       C aminaban cansados pero sin quejarse, las piedras del sendero y el calzado inadecuado comenzaba a pasarles la cuenta. El irregular grupo compuesto por algunos jóvenes mal nutridos, viejos dando trancos parsimoniosos, tres o cuatros mujeres silenciosas y los experimentados combatientes, se dirigían al campamento de resistencia ubicado pasado  el cerro que iban rodeando. Los tres encargados del  reclutamiento eran los únicos armados, los fusiles prestos a la defensa en caso de ser descubiertos en su marcha.  El calor imposible de aplacar no lograba derrotar la voluntad de la columna guerrillera, para los nuevos reclutas esta sería la primera batalla ganada. Resulta increíble lo que puede  hacer un ser humano consiente de su realidad cuando siente que no tiene nada más que perder y mucho por ganar, se viste de un coraje imposible en otras circunstancias. Cerca del anochecer el comandante del grupo, Miguel, un hombre moreno de trato amable, notoriamente campesino en su habla