GRISELDA
G riselda era como quien dice, parte del paisaje cotidiano de la población, era difícil que alguien que viviera en aquel lugar no supiera de su existencia, se le podía ver a menudo en la línea del tren compartiendo sus vicios con otros muchachos consumidos por las drogas. Demacrada, con varios dientes menos, como claros efectos de sus adicciones, de pelo negro enmarañado, de facciones indescifrables producto de su extrema delgadez, de caminar rápido con un gracioso balanceo de sus manos que semejaban los movimientos de un mono. Así era la Griselda, risueña y respetuosa pese a todo, nunca se supo que hubiese robado, como ella decía, "prefiero pedir en vez de andar robando oiga". Pero también era sabido que muchas veces sus urgencias la llevaron a transar sexo por drogas. La miserable vida de esta mujer que en tiempos lejanos perteneció a alguna familia, en algún momento, había quedado atrapada en este submundo paralelo, en un mundo del todo vale, de miseria