EL COLORADO Y EL DIABLO
E ran esos tiempos donde aún quedaba mucha ingenua ignorancia y harto por inventar, pero hacia mucho habían inventado un personaje para representar la maldad, el diablo. ¿Dónde? No importa, pudo ser en cualquier lugar del Santiago antiguo... Las gentes de los alrededores repetían como ciertas las historias de apariciones del "maléfico" por aquel lugar donde llegada la noche nadie se atrevía a transitar. Eso fue así por años hasta que el Colorado, un hombre que no creía en c uentos fue a comprobar si era cierto el rumor. Lo guiaba su afán de comprobarlo todo, de buscar la lógica y de alguna forma también el ánimo de desafiar al miedo, después de todo ya había sobrevivido a la dictadura de Ibáñez del Campo y a la ley maldita de un traidor. Este dichoso diablo no podía ser peor. Así fue como esa noche, no sin algo de miedo, llegó dispuesto a la vigilia. Para tal misión llevo lo que creyó neces