EL ERROR
D onde vine a morir… Fue lo que pasó por su mente antes de soltar el último soplo de aire que lo unía con la vida... Era un día de verano, de esos días en que los niños juegan hasta tarde y las vecinas comadrean de lo lindo sacando sillas para sentarse en las veredas mientras vigilan a los pequeños que a falta de patio en sus precarias viviendas de pobres, construidas como para que se sientan pobres, hacen de la calle patio de juegos felices y ajenos a todo. El movimiento en la población no cesaba aunque hacia un buen rato había obscurecido. Miguel llego del trabajo a eso de las diez de la noche, como de costumbre saludo cordialmente a cada vecino con quien se encontró en el camino. Cuando llego a la casa donde Vivía con su esposa María y su pequeña hijita de cerca de un año, fue testigo son querer de una fuerte discusión entre su vecino y un hombre al que había visto un par de veces por el barrio. Al encontrarse con esta escena se limitó a saludar con un gesto que fu