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Mostrando las entradas de enero 27, 2015

CELEBRACIÓN

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         L aura llego esa tarde a casa, tenía hambre, cogió un pepino del refrigerador y un limón del árbol , lo  puso en lo primero que encontró, una olla, rompiendo su regla de no entrar jamás a la cocina. Busco un antiguo libro de recetas color ciruela y comenzó a hojearlo, hacía un calor infernal, fue a su pieza y volvió con una toalla para secar la  transpiración de su rostro. Se asomó a la ventana y el cielo celeste no mostraba ni una sola nube. Regreso a la cocina y sintió el dulce aroma del pepino, seguía transpirando y aunque tenía hambre decidió quitarse la camisa e ir a llenar la tina para tomar un baño que le ayudaría a refrescarse, se sentía, grande como una pelota de ejercicios, como la luna cuando está llena, en su cuerpo de ya varios años no quedaba ni el recuerdo de la bella rosa que alguna vez fue, de esa joven y esbelta muchacha a la que los jóvenes solo veían como una estrella inalcanzable por su belleza.  Hoy no había tenido un buen día, se sentía inadecuada

EL PINTOR Y LA BRISA

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  E n algún tiempo desconocido, en un hermoso campo aunque sin flores, vivía la  suave Brisa creyendo que su mundo conocido era feliz. A veces corría por el prado verde hasta quedar sin más energía, luego se detenía y admiraba la belleza a su alrededor.  Ella desde sus primeros soplos de vida  fue inquieta y algo tozuda, su padre el Viento y su madre la Lluvia siempre admiraron con silencioso orgullo la alegre rebeldía de su pequeña. En este mundo feliz fue creciendo. Desbordaba amor sin ser cándida, incluso parecía un poco voluntariosa y hasta medio inescrutable para el resto de los habitantes del campo. En su vida fue criando amorosamente, creando lazos y maravillas al soplar. Envolvió cálidamente a la Alondra, la más hermosa, la elegida para ser su hija y amo  la claridad  de la noche, su valiente hijo. A quien los hombres de la tierra llamaron  Alen. Cada noche Arrullaba dulcemente la vida del aquel amado campo. Sin embargo sentía que algo faltaba en ese lugar, su espíritu in

EL HONOR Y EL INFAME

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E se día lloro de impotencia. Si, así fue, lloro como un niño pero sin inocencia. Un año antes don Pedro se había jurado vengar con sangre la traición de quien fuera su amigo y compadre.   Corrían los años donde el honor tenía más valor que la vida. Así don pedro se fue de cacería dejando atrás su casa, su tierra y su familia. Fueron kilómetros y más kilómetros de camino, a veces a caballo, otras a pie, alguna vez incluso viajo en tren. Para él no existía   obstáculo que le impidiera cobrar la afrenta que a su juicio solo se saldaría con la muerte. En su mente obsesionada, como en una película se veía a si mismo poniendo fin al desleal otrora amigo. En las noches solitarias intentaba decidir el final. Cuando divagaba en las más descabelladas ideas de asesinato, a veces y sin que él lo quisiera, un pensamiento se cruzaba sin permiso y apagaba los otros ¿Cómo darle muerte a otro cristiano? Después de todo el jamás había matado a nadie. Cuando estos pensamientos “intrusos” aparecían

ESE LUNES DE JUNIO DE 1975

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 -A púrense chiquillas que vamos a llegar tarde, lo que mas encargo el abogado es que llegáramos a la hora- Sus hijas la miraron, luego siguieron desayunando. Volvió a insistir enojada - ¡ya apuerense!-- Les dijo , pero esta vez gritando. Las dos adolescentes se pararon de un salto, se fueron a su pieza para terminar de vestirse. No tenían ningún apuro, los gritos de su madre y su mal humor se habían convertido en rutina desde el día en que su padre desapareció.Desde ese maldito día ella nunca volvió a ser la misma. Nada volvió a ser igual. Sucedió un día lunes, después de un fin de semana de levantarse tarde, bien reagaloneado. Habían estado en su casa unos amigos que no veían desde mucho tiempo. Un fin de semana feliz. Enrique, un joven trabajador de la construcción, ese día salio como de costumbre cerca de las cinco y media de la mañana para llegar no llegar tarde a la pega. Antes de salir fue a la pieza sus las niñas, una hermosas mellizas de seis años, las miro por un

EL ENCUENTRO

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         N unca es tarde se dijo dándose ánimo para no postergar ese encuentro con su padre. Mientras avanzaba por el andén de la estación de metro estaba algo nervioso, sentía cosquilleo en el estómago, ese típico cosquilleo que su cuerpo dejaba sólo para ocasiones especiales, desafíos, exámenes... Subió al vagón justo cuando el pitido anunciaba el cierre de puertas. Encontró un asiento al lado de una señora muy gorda que intentó achicar su extensa anatomía para dejarle espacio.  En cualquier otra circunstancia esto no le hubiera molestado, pero este día era distinto, sentía tanta presión sobre sí, todo le molestaba.  Su hipersensibilidad no era algo habitual, pero este día era distinto. Hacía mucho que no tenía noticias de la familia que lo vio crecer, familia que para él hacía mucho no sentía suya. No hubo nada traumático en su infancia o adolescencia, no lo perseguían fantasmas, sólo un día cualquiera, sin dramáticas despedidas, después de terminar sus estudios partió

CADA CUAL CON SUS CAPRICHOS

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¿C ómo se imagina su muerte? Preguntó la muchacha mientras desenredaba su largo pelo. -No me la imagino siquiera pero e l día que me muera quisiera evitar los rituales que se estilan para esas ocasiones. No conozco que pasa cuando una muere, pero aun así por una cuestión de gusto y tal vez mero capricho me gustaría que no hubiesen flores. No tengo nada más que una irritante alergia contra ellas, no soy amargada, desde lejos disfruto igual sus colores, desde una distancia suficientemente lejana, me gustan mucho. Tampoco me gustaría que hubiera llanto, el llanto ajeno siempre me ha provocado un efecto reflejo, como cuando alguien bosteza. No más al ver a alguien llorar mis ojos comienzan a lagrimar.  Lo de la caja donde iré metida me da lo mismo, pero ojala sin ventana. Una vez fui a un velorio y vi gente que calificaba la belleza del muerto. No es que no crea que soy bonita, es que a una la catalogan toda la vida. Que si es linda, fea, gorda, flaca... Preferiría dejar con la

EL HIJO DE MARTA

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C uando nació el hijo de Marta todos quienes lo vieron quedaron asombrados. El recién nacido era hermoso, su belleza casi sobrenatural hizo pensar a los presentes que había algo mágico en él ,tal vez hasta maligno Rápidamente corrió el rumor de la llegada de quien podía ser el niño más lindo del mundo o la encarnación de la maldad. A los pocos días la noticia ya había recorrido varios pueblos. Desde distintos lugares comenzaban a llegar hombres y mujeres de todas las edades para constatar con sus propios ojos si el niño era un  ángel  o un demonio. Marta se mantenía encerrada por temor de que su hijo fuera declarado demonio por la muchedumbre. Abrazaba a su pequeño y lloraba maldiciendo la belleza de aquel. Una noche despertó sobresaltada. Alguien había entrado a su casa en medio de la oscuridad. Al prender la luz vio que se trataba de su marido quien regresaba de su último viaje. Al verlo corrió hacia él, lo abrazo con fuerza, necesitaba, era urgente sentirse protegida. Por fin no es

EL REENCUENTRO

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     E ra de amanecida cuando se enteró que volvería, nadie se lo dijo. Como siempre, lo adivinaba. Siempre adivino sus pasos, buenos y malos. Una madre todo lo sabe, se decía.  Se levantó temprano a encender el fuego, aunque hacia mucho  se suponía que no se usaba el fuego para cocinar, en su población  como en muchas otras eso era algo frecuente, con la plata de la pensión no alcanzaba para comprar gas. Busco unas pocas ramas, una chancletas viejas, lo de siempre, algo que sirviera para quemar y diera buen fuego. La contaminación no le preocupaba, cuando se convive con el hambre y la eterna falta de dinero, por importante que fuera la ecología,  entre el respeto del medio ambiente y la urgencia de enfrentar como se pueda cada día… la mayoría prioriza sobrevivir. Ella también. Miro su casa, una casucha destartalada, forrada con cortinas de baño de distintos colores que alguna vecina le regalo para ponerle atajo al frio del invierno anterior. Sobre esas cortinas colorinches esta

EL PADRE LITERAL

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- V engo a pedir la mano de su hija.   Un tanto contrariado, con el ceño fruncido guardo silencio por un momento. Se pasó la mano por la frente , miro por la ventana no viendo nada en realidad, luego con evidente preocupación respondió: - Creo que lo que me pides tiene al menos dos problemas.   El primero, mi hija jamás se separa de sus manos, las usa mucho, por lo que me es imposible entregarte una de sus extremidades.   En segundo lugar si ella tuviera a bien cederte su mano y asumiera por alguna razón que desconozco una vida de manca, debe ser ella y no yo quien apruebe tan descabellada decisión. Al fin y al cabo viviría con mayor dificultad. Hay ciertas cosas prácticas que tendrá que considerar. Por ejemplo si será la derecha o la izquierda. Soy un hombre de mente abierta, a mis años entiendo las locuras que algunos amantes pueden llegar a hacer en nombre del amor. Pero aún así me parece que pedir la mano de mi hija es demasiado. Un silencio incómodo se apoderó del lugar.

FRAGMENTOS Y PEDACITOS DE CUALQUIER COSA

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DECISIÓN      D ejó de ser incondicional el día que puso ambas mejillas y fue abofeteada por quienes ella ayudó y de quien jamás recibió gratitud. Entonces se sintió triste. Para un corazón bueno es dolorosa está verdad.   Aun así algunos que le lastimaron se creyeron con derecho a juzgar... EXTRAVÍOS      C omo que te pierdes a ratos, luego reapareces risueño cantando alegres melancolías.   No te pido que no salgas a otros mundos, es solo que la veleidosa felicidad sigue tus pasos donde quiera...   PELEADA      A ndo medio peleada conmigo, esta convivencia constante se ha vuelto rutinaria, me ando puro molestando, cayéndome mal y diciéndome puras pesadeces...Y lo peor me sigo para todas partes. LA VIDA     A brazada por el cansancio común y Silvestre de quien se levanta temprano me duermo acurrucada, protegida, amada por los míos. La vida es bella. MILAGRO!!!      M ilagro no es que al ver el espejo aparezca la Virgen,