CELEBRACIÓN
Laura llego esa tarde a casa, tenía hambre, cogió un pepino
del refrigerador y un limón del árbol , lo
puso en lo primero que encontró, una olla, rompiendo su regla de no
entrar jamás a la cocina. Busco un antiguo libro de recetas color ciruela y
comenzó a hojearlo, hacía un calor infernal, fue a su pieza y volvió con una
toalla para secar la transpiración de su
rostro. Se asomó a la ventana y el cielo celeste no mostraba ni una sola nube.
Regreso a la cocina y sintió el dulce aroma del pepino, seguía transpirando y
aunque tenía hambre decidió quitarse la camisa e ir a llenar la tina para tomar
un baño que le ayudaría a refrescarse, se sentía, grande como una pelota de
ejercicios, como la luna cuando está llena, en su cuerpo de ya varios años no
quedaba ni el recuerdo de la bella rosa que alguna vez fue, de esa joven y
esbelta muchacha a la que los jóvenes solo veían como una estrella inalcanzable
por su belleza.
Hoy no había tenido
un buen día, se sentía inadecuada, recordó que eso le parecía al ver el huemul
en el escudo patrio, que animal más raro
e inadecuado. Salió de la tina y
tomo el primer vestido que encontró en el desorden de su closet.
Recorrió con la mirada su habitación buscando algo que la hiciera sentirse
mejor, de pronto reconoció el gotario de las flores de Bach que a veces usaba
como placebo para sentirse bien aunque no creyera en sus reales efectos, siguió
recorriendo con la mirada, vio una caja en la que guardaba los recuerdos de
otras épocas, cosas que habían pertenecido a su abuelo, la tomo y llevo a la
mesa del comedor. Regreso al baño en busca de un peine y desenredando su
cabello pensó en que ese día no había
recibido ninguna llamada a su teléfono celular cosa que era bien rara
considerando la cantidad de deudas que mantenía muy ocupados a los de las
cobranzas quienes incluso ya le servían de despertador por las horas
madrugadoras de las llamadas. Tomo una botella de vino que guardaba solo para
ocasiones especiales y le quito el corcho, al coger la botella se fijó que tras
ella estaba guardado el viejo revolver de fogueo que alguna vez compro para
espantar a los ladrones cuando decidió la soledad en su vida. Bebió de la misma
botella, total estaba solo. Sonrió pensando en su ingenuidad de creer espantar
a los ladrones con un arma de juguete. El vino lejos de refrescar le hizo
transpirar nuevamente, fue al comedor y abrió la cajita de recuerdos allí
estaba el pañuelo de seda que su abuelo solo usaba para ocasiones importantes,
lo tomo y pensó que era adecuado usarlo total esta para ella era eso, una ocasión importante y se secó el
rostro con la reliquia familiar. En el interior de la caja entre otros objetos había una pinza la que miro con curiosidad, pensando en lo
chistosa de la imagen de ver a su abuelo sacándose las cejas. Rió a carcajadas,
con una risa sonora que espanto hasta a las moscas. El calor se hacía cada vez
más insoportable, fue a su pieza y llevo al comedor un pequeño ventilador para
refrescar en algo el ambiente.
Ese día Laura celebro hasta tarde, se olvidó del hambre y el
pepino, se olvidó también del mal día, del huemul y la
gordura, las estrías. Ese día Laura
bailo, bebió y canto, sin convidar a nadie, ni siquiera a sus fantasmas.
Ese día celebro feliz su soledad, total pensó, para sufrir aún me queda vida.
Adiana Zuñiga
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