Anita




Las horas pasaban desesperadamente lentas. El goteo constante de una llave, la venda sobre los ojos, los gemidos, la humedad del suelo, el llanto calladito, los gritos dando órdenes.
Todo, absolutamente todo parecía ser parte del guion de una película de terror. Era difícil  calcular exactamente cuántos días habían pasado desde el ataque al bus, las escenas se repetían como una espantosa sucesión, había sido tan rápido, tan aterrador, tan incomprensible. Recordaba o al menos intentaba recordar cada detalle, primero el frenazo, luego las ráfagas de balas haciendo estallar los vidrios, los gritos de pavor, la sangre en algunos compañeros. La sordera de los atacantes al rogarles a gritos que se detuvieran... Quedar por un instante agazapada, enrollada intentando parecer invisible en el espacio diminuto entre el asiento que ocupaba y el de adelante. Eso lo recordaba bien, porque su compañera Clara había intentado correr, al levantarse las balas atravesaron su cuerpo como cuchillo caliente en mantequilla, la vio caer con los ojos abiertos, con la expresión de quien no entiende porque lo están matando.
En ese momento un dolor mudo se apodero de ella. No lloro, no grito, no hizo nada , solo atino a intentar hacerse más pequeña. El miedo hace que las personas hagan cosas raras oyó decir una vez a su abuela. Ella trataba de ser invisible.
Cuando al fin pareció detenerse el ataque y el silencio se apodero del bus, nadie se atrevió a hablar. La incertidumbre era total, quizá todos los sobrevivientes pensaron en ser el único. Ana siguió enrollada, sus rodillas tocaban su mentón y sus ojos espantados intentaban no mirar el cuerpo de Clara. Así respirando apenas, pero sintiendo que el sonido de su respiración era muy alto, temiendo ser descubierta por los  atacantes anónimos. Sudaba, intentaba controlar cada aspiración e inspiración ¿Cuánto tiempo habrá permanecido en esa posición sin darle posibilidad de quejarse a su cuerpo?
 De pronto  un fuerte ruido rompió el silencio. Ella y Clara habían escogido  los asientos de en medio. Clara siempre decía -"Si vamos adelante y choca, nos matamos. Si vamos atrás y nos chocan, nos matamos. Pero si vamos en medio nos salvamos"-...Que ironía macabra, recordar aquello mirando el cuerpo ensangrentado de Clarita.
El ruido se oyó al principio como un golpe fuerte contra algo metálico, al parecer intentando abrir la puerta del bus, luego nuevamente silencio y a continuación hombres de uniformes, pero encapuchados subieron, caminando por el pasillo, pisando los cuerpos que Ana descubrió pronto que eran varios. En un momento, como lo hacía cuando pequeña al intentar ocultarse de su madre jugando a las escondidas y sea sabia descubierta, cerró los ojos, los apretó lo más que pudo. Así en silencio, con los ojos cerrados fue descubierta por uno de los uniformados sin rostro ¿que habrá pensado aquel hombre al descubrir a esta criatura de quince años allí, tan temblorosa, tan indefensa?...
Fue tomada bruscamente de un brazo hasta dejarla de pie casi pisando el cuerpo de Clara. Sintió como su estómago se revolvía, sus piernas se doblaron, aturdida en todos sus sentidos estuvo a punto de caer.
Uno a uno fueron bajados del bus y golpeados al descender. Las mujeres que eran solo diez quedaron a un lado del bus  y los hombres del otro. En todo momento eran insultados mientras les gritaban  órdenes contradictorias. La primera fue que se quitaran la ropa quedando solo en ropa interior, otra fue desnudarse completamente, luego con su propia ropa les vendaron los ojos.
A continuación fueron subidos a lo que creyó se trataba de alguna especie de camión pequeño. Al ir subiendo eran empujadas desde abajo por uno de los hombres que aprovechaba su posición para manosearlas, otros dos las recibían arriba, empujándolas haciéndolas caer como bultos, entre gritos, patadas y risotadas.
Ana aun aturdida con esa mezcla de incredulidad, miedo, indefensión  y vergüenza .Ella había sido criada por su abuela, educada con muchos pudores, jamás se hubiese mostrado por voluntad propia frente a algún desconocido en ropa interior. Ahora está expuesta, completamente desnuda a la vista de un montón de hombres que parecían odiarla.
Al llegar  a algún sitio que ella no supo identificar, pero parecía lejos del lugar del ataque,  fueron sacadas a tirones del interior del camión, el  temor la hacía aferrarse a lo que sus manos pudieran alcanzar...
Golpeada, con sangre brotando de su nariz, comenzó su estadía en aquel lugar...A ratos cuando solo se oía el goteo de la llave, lograba escuchar cantos de pájaros. Intentaba no pensar en su familia, sabía que eso la debilitaría. Sentía que de alguna forma el estar con la mente casi en blanco  la ayudaría a soportar lo que  estaba viviendo. Aunque  ratos sus ojos no eran capaces de soportar las lágrimas que se esforzaba por no dejar salir, intentaba mantenerse calmada.
En ese lugar impreciso, desconocido, donde nada parecía tener sentido, parecía muy lejano el día en que con Clarita habían decidido ser profesoras.
 Recordaba a Clarita diciendo con el entrecejo fruncido -" Estoy cansada de que el patrón le robe a mi papá, se aprovecha de que no sabe leer, siempre lo engaña y yo me doy cuenta. Por eso mi papá quiere que estudie, para que a mí no me puedan engañar. Anita  yo creo que debemos ser profesoras, para educar a nuestra gente, porque así como ignorantes hay muchos, también hay muchos patrones que los engañan". ¿Sería por eso que mataron a la Clarita? ¿por querer educar a la gente?...

Día tras día la rutina fue la misma, Ana ya no sentía pudor, el miedo hace que la gente haga cosas extrañas... No sabía calcular cuántos días pasaron, pero sabía que eran varios, porque había algunas rutinas en el cautiverio, los insultos eran en todo horario, los manoseos también, pero la llegada de quien parecía mandar, un hombre de voz ronca a la que los otros hombres llamaban "el jefe", marcaba una nueva jornada.
Sentados en una especie de gimnasio debían permanecer casi inmóviles, a quienes se atrevían a hablar o moverse, los arrastraban a otro lugar, luego solo se oían gritos desgarradores. A veces  oía cuando volvían, sus quejidos, sus respiraciones, sus sollozos... Otras veces no volvían.
En algún momento del día eran llevados al baño, siendo observados en todo momento por los guardianes de turno. Luego antes de volver al gimnasio sentían un chorro de agua fría sobre el cuerpo, se trataba de la "ducha diaria"  como decían riendo los uniformados. Casi no les daban comida. Ana se había acostumbrado a no comer, no podía pensar en tener hambre.
Uno de esos días lentos y pesados la rutina de gritos, goteras y gemidos de dolor  fue interrumpida por la voz de un hombre quien les daba orden de ponerse de pie. El mismo hombre gritando fue nombrando uno por uno a los que allí estaban, como pasando lista en la escuela. A medida que los nombraba debían levantar la mano y eran tomados por alguno de los uniformados que los llevaba fuera.
Ana quiso creer que esto era algo bueno, tal vez era el final de la pesadilla, del error que había llevado a esos hombres de uniforme a atacarlos. Si, seguro habría alguna explicación, tal vez habían sido confundidos con algún grupo de gentes malas ¿será que al fin terminara todo esto?

Ha pasado más de un año desde el ataque, es miércoles, la abuela de Ana termina de trenzar su largo cabello canoso, se viste con su ropa de salir, toma una  foto de Anita y la prende con un alfiler a su pecho y sale de su casa hacia la casa de la mamá de Clarita. Se saludan con un abrazo y juntas parten rumbo a tribunales, esperan respuestas, exigen saber que paso con sus niñas... luego de horas de mitin son tironeadas por la policía, les han lanzado gases lacrimógenos, al padre de otro de los chicos desaparecidos de nombre Manuel lo han detenido, ven cuando es arrastrado con la cabeza rota hacia un vehículo policial, intentan ir en su ayuda, impotentes no llegan a él, gritan, se desesperan, son golpeadas, empujadas, insultadas... No saben dónde están sus hijas, hijos, nietas, nietos, no saben si están vivos, no saben, les duele, les desgarra el alma, necesitan y exigen saber.

Aidana y sus letras Revueltas.
 Latinoamerica Sangra


 


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