PARA TODA LA VIDA
Nunca antes había experimentado un dolor como aquel, sudaba, se quejaba, respiraba fuerte como un toro enojado. No se podía mover, cada vez que lo intentaba el dolor se volvía mas insoportable. Estaba solo, solo él y su caballo, su hermoso caballo café.
Al principio no se atrevió a mirar su pierna, temía lo peor. Adivinaba que había mucha sangre en el suelo donde estaba tendido. Su caballo que estaba a cierta distancia parecía sentir culpa.
Al principio no se atrevió a mirar su pierna, temía lo peor. Adivinaba que había mucha sangre en el suelo donde estaba tendido. Su caballo que estaba a cierta distancia parecía sentir culpa.
Esa tarde cuando volvía a su casa después de un agotador día de trabajo decidió tomar un atajo, quería llegar rápido, estaba muy cansado.
El campo que trabajaba a medias con su hermano estaba a poco mas de cinco kilómetros de su casa.Todos los días hacía el mismo trayecto, su caballo lo conocía bien.
Mas de alguna vez y con unos tragos en el cuerpo su astuto caballo lo había llevado de regreso.
Mas de alguna vez y con unos tragos en el cuerpo su astuto caballo lo había llevado de regreso.
Pero este día y contra el consejo de su hermano escogió ir por otro camino, un atajo, una huella estrecha que pasaba por dentro de varios fundos ahorrándole cerca de dos kilómetros. Era un camino solitario y pedregoso. Muy poca gente se aventuraba por esos rumbos. Lo hallaban peligroso.
Mientras avanzaba, sin apurar el tranco del caballo sabiendo que no conocía bien el camino, el hambre lo hacia imaginar el pan amasado calentito que su mujer preparaba para esperarlo todos los días. Como de costumbre de ese pensamiento paso rápidamente a ella, su esposa, la madre de sus hijos, la que ocupaba la mayoría de sus pensamientos. La mujer a la que seguía amando como adolescente pese a sus cincuenta y cinco años.
Recordaba el día en que se conocieron. Ella y su mamá andaban comprando en el pueblo. Él, entregando unos sacos de trigo en el único almacén del lugar. En plena calle polvorienta sus miradas se cruzaron. Ella le sonrió ,se puso colorada y se escondió detrás de su madre. No tenía mas de quince años. Él apenas había cumplido los diecisiete. Desde ese día supo que esa muchacha seria su mujer para toda la vida.
Cuando comenzó a rondarla al padre no le gusto nada la idea. Hasta de balazos se fue un par de veces por acercarse demasiado. Por fortuna el hombre tenia pésima puntería.
Ella correspondía a este amor y hacía cuanto podía para estar con él. Se ofrecía para ir a buscar leña, así se juntaba un ratito con su amor furtivo.
Su madre al ver a su hija tan enamorada y tan constante al muchacho, ayudo a convencer al padre de que se querían para bien. Eran jóvenes y querían estar juntos. El padre cedió dando su autorización para el noviazgo. Pasado un año se habían comprometido formalmente.
Cuando se casaron ella iba vestida de blanco, con sus labios rojitos como cerezas y su larga trenza llena de florcitas blancas . Su sencillo pero hermoso vestido de novia lo había hecho ella misma.
El padre la entrego orgulloso en el altar, su niña se estaba casando como dios mandaba.
A la fiesta llegó mas de medio pueblo, gente que nunca antes habían visto estaba allí, bolseando y celebrando el amor juvenil que se coronaba con la bendición del cura.
Perdido en sus pensamientos entre el pan amasado y los recuerdos de la mujer amada que lo esperaba en casa, no advirtió que el camino estaba muy malo, lleno de grietas profundas. El caballo había acelerado el trote, intento esquivar unos troncos que estaban atravesados, entonces el animal resbaló en una piedra y cayó aparatosamente haciendo chocar al jinete, primero contra un árbol de espino y luego en el pedregoso suelo.
Hombre y bestia cayeron. El pesado animal quedo por un momento aplastando una de sus piernas. El asustado caballo dio un par de respingos antes de lograr pararse y liberar la destrozada extremidad del hombre que yacía semi-inconsciente.
Como sabiendo el daño involuntariamente causado, el animal camino unos pasos y se quedo parado. Cualquiera hubiera creído que estaba avergonzado.
Momentos después el jinete caído comenzó a moverse, aturdido por los golpes, tratando de reaccionar sacudió la cabeza, abrió mucho los ojos. Cuando quiso ponerse de pie un horrible dolor recorrió su cuerpo. Tardo en darse valor para mirar su pierna.
Al incorporarse, venciendo el terrible suplicio, pudo ver una parte de su pierna que colgaba rebanada por el filo de una piedra contra la que el peso del caballo la había presionado.
Aterrado intento gritar, pedir ayuda, pero esa tarde por ese camino no paso nadie. A decir verdad, por ahí casi nunca pasaba nadie, su hermano se lo había advertido.
Reuniendo todas las fuerzas que pudo, usando una rama gruesa como apoyo se logró parar. El caballo instintivamente se acercó sin que lo llamase, con gran esfuerzo y destrozando aun mas su pierna herida logro encaramarse. No se sentó como jinete, se quedo tirado sobre el caballo como un bulto.
Reuniendo todas las fuerzas que pudo, usando una rama gruesa como apoyo se logró parar. El caballo instintivamente se acercó sin que lo llamase, con gran esfuerzo y destrozando aun mas su pierna herida logro encaramarse. No se sentó como jinete, se quedo tirado sobre el caballo como un bulto.
El animal echo a andar, parecía entender que en ese momento todo dependía de él. Faltando menos de medio kilómetro para llegar a la casa, el hombre herido fue divisado por un inquilino del fundo que atravesaba. En aquel lugar fue atendido por una vieja mujer que conocía todo sobre las plantas y los dolores. Era una especie de curandera, ella lavó sus heridas y lo hizo beber unas pócimas mal olientes para calmar el dolor.
Había anochecido cuando lo llevaron a su casa cercana al fundo donde le habían prestado los primeros cuidados.
Su esposa preocupada por la hora y viendo que su marido no llegaba, en cuanto sintió ladrar a los perros se tranquilizó. Transitó rápidamente del miedo de no saber si le había pasado algo, al enojo de que estuviese llegando tan tarde dándole tremenda preocupación.
Su esposa preocupada por la hora y viendo que su marido no llegaba, en cuanto sintió ladrar a los perros se tranquilizó. Transitó rápidamente del miedo de no saber si le había pasado algo, al enojo de que estuviese llegando tan tarde dándole tremenda preocupación.
Al sentir que los perros seguían ladrando y su marido aun no entraba a la casa , se asomo a la ventana. Quedo impactada al ver que su esposo, con sus ropas ensangrentadas era cargado por unos hombres a los que no reconoció. Uno de ellos la saludo y le contó como habían encontrado al herido. Ella totalmente desencajada ayudo a ponerlo en la cama, agradeció a los vecinos y se quedo sola con él.
Dos de sus hijas ayudaban a cuidar al mal herido. El medico del pueblo estaba en la ciudad, por lo que debió conformarse con la medicina de la curandera. A la tercera semana murió en medio de las fiebres nocturnas causadas por una infección generalizada.
Su esposa al perder al amor de su vida dejo de comer. El desconsuelo se apodero de ella. En las tardes calculando la hora amasaba el pan, luego se sentaba fuera de la puerta a esperar que llegase su marido como lo hacia siempre.
El caballo escapaba del corral , se iba al campo que el hombre trabajaba con su hermano buscando a su jinete. Un día se perdió, no regreso mas.
La viuda no vivió mucho tiempo. No logro aceptar su cama vacía, la falta de sus abrazos, las conversaciones a la vuelta del trabajo, la flor que él ponía en su pelo. Su pan amasado se volvió amargo.
Justo un mes después de la partida de quien fuera su único amor, una de sus hijas intento despertarla para convencerla de que comiera algo.La madre no respondió pese a su insistencia. Estaba acostada en su cama , como mirando hacia la pared, al voltearla sus ojos estaban cerrados , parecía dormida, su rostro delgado reflejaba serenidad, su boca esbozaba una tierna sonrisa.
Justo un mes después de la partida de quien fuera su único amor, una de sus hijas intento despertarla para convencerla de que comiera algo.La madre no respondió pese a su insistencia. Estaba acostada en su cama , como mirando hacia la pared, al voltearla sus ojos estaban cerrados , parecía dormida, su rostro delgado reflejaba serenidad, su boca esbozaba una tierna sonrisa.
Nunca se supo que enfermedad se la llevo a la tumba. Muchos dicen que murió de pena. Sus hijas creen que murió feliz de juntarse de nuevo con él. Con el único amor de su vida.
Aidana - Mujeres
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