ADRIANA

Adriana escuchaba tras la puerta, mas bien intentaba escuchar. Siempre lo hacía , no le veía nada malo. A sus diez años entendía el mundo de manera bien especial. Como suelen ser los niños era muy literal, eso le traía consecuencias, hasta pesadillas a veces. Una vez escucho a su madre y a su tía que hablaban de una vecina que estaba esperando guagua, decían que eso le había pasado por acostarse con el lucho, su pololo. Desde aquel día la Adriana no quiso dormir más con su hermano chico, no fuera cosa que por estar acostados en la misma cama ella resultara embarazada. Otra vez escucho que su padre enojado lanzo al aire -- si los huevones volaran pasaría nublado-- Eso la aterro, como siempre escucho que mucha gente era huevona... Se imaginó el cielo oscuro, ella le temía a la oscuridad, se asustó de verdad.
Así parando la oreja sigilosa en su actuar, pasaba desapercibida por los adultos. siempre se enteró de cosas que interpretaba a su antojo y fantasía. Le gustaba sentir que sabía cosas que otros no. Transformo el espionaje familiar en su actividad favorita. 
Todos los días luego de cumplir con la sufrida y desagradable obligación de ir a la escuela. Llegaba a su casa pensando en su colección de secretos de otros y en la posibilidad de descubrir nuevos. Era sin duda una niña muy extraña para quienes la conocían, o más bien creían conocer. Si alguien la describía decía que era una niña no muy bonita, callada, timida, tal vez algo tonta. Era fácil creer eso, en realidad era lo evidente en gentes bobas.

Aidana Zuñiga

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