QUE BUENO QUE TE ENCONTRÉ.

-¡Sergio!!
- ¡Hey  Sergio, espera!
Escucho que lo llamaron cuando esperaba la micro. Miro en la dirección de la voz  que lo llamaba. Era Carmen, una muy buena  y querida amiga de la infancia con la que en los últimos años había perdido contacto pese a vivir muy cerca.
 Ella  sonriendo se acercó abriendo los brazos diciendo:
-- ¡¡Que hermosa casualidad!! --  ¡¡Qué bueno que te encontré Sergio!!
--Muchas gracias --  le respondió  con verdadera gratitud, aunque algo perturbado. Y continúo hablando un poco acelerado:
- En verdad no sabía que me había perdido.  Soy tan distraído que a veces me pasa. Una vez estaba en mi casa sentado en el living viendo  tele, cuando de pronto alguien golpeo la reja del jardín, Salí a atender y había un señor que vendía planes telefónicos. A l verme sonrió cordialmente, aunque ahora que lo pienso su sonrisa era algo forzada. Me acerque y él dijo: 
-  Señor que bueno que lo encuentro.  
Yo, totalmente sorprendido  me alegre mucho  de que hubiese ido a mi casa justo aquel día, de lo contrario seguramente aun estaría perdido sin darme cuenta.
 Le agradecí  muchísimo su disposición a encontrarme, pero no le compre ningún plan de teléfono, estaba perdido quizá, pero no soy  un pelotudo, ninguno de sus planes telefónicos era conveniente.
--Esto de perderme tanto, me está comenzando a  preocupar. No recuerdo ni siquiera que de niño me ocurriera tanto. 
 Acongojado, bajo la mirada y dio un suspiro.
 Carmen lo miraba extrañada. Esta conversación la tenía confundida, al principio incluso creyó que se trataba de una broma.  Luego lo vio tan serio que no se atrevió a interrumpir su monologo .  Al parecer el pobrecito estaba sufriendo  mucho con su problema.
Luego de suspirar Sergio volvió al ataque dando a  Carmen más detalles de su desgraciada  y peligrosa situación.
-- Siempre que salgo le digo a mi padre o a quien este en la casa donde voy, incluso aviso hasta la hora en que estaré de regreso.  Pero de nada sirve, me pierdo igual. 
Inevitablemente, sin darme cuenta, pensando que no es así, me pierdo sin remedio.
Por ejemplo ayer  en el  trabajo  me encontré con mi jefe en el pasillo y en cuanto me vio
dijo: 
-Que bueno que te encontré Sergio justo quería hablar contigo
 Por supuesto que debí agradecerle también su detalle de encontrarme, seguramente como jefe tendrá muchas otras preocupaciones.
 Este problema en realidad no es tan nuevo. Creo que comenzó en el liceo o en la universidad.  Recuerdo que cuando estaba trabajando en mi tesis, el compañero con el que hice equipo, a veces me llamaba por teléfono bien tarde en la noche diciendo:
 - Oye Sergio menos mal que te encuentro despierto.
 Eso fue más grave aún, porque en esa época al parecer ,sin darme cuenta  como siempre, también me perdía, pero dormido ¿te das cuenta ?
-- Es realmente  grave mi situación y mucho me temo que empeore con los años. Imagina se mi pierdo así a los veintiocho ¿que será de mi a los sesenta?… Después de darle muchas vueltas he pensado seriamente  en quedarme en un solo lugar para no volverme loco, para dejar de perderme inconscientemente. Ya no quiero depender de otros para encontrarme. De verdad me asusta mucho perderme algún día  y que a nadie se le ocurra buscarme.
Justo en ese momento llego la micro que debía tomar su amiga, ella lo miro con ternura fraterna, le dio un abrazo, un beso en la cara y le dijo:

 –No te preocupes tanto, lo importante es que cuando te mires al espejo te encuentres siempre.  
 Él la miro hasta que se perdió entre los demás pasajeros. Estaba decepcionado, su amiga le daba la peor de las respuestas , el mas tonto consuelo.
 ¿Acaso estaba loca? Bueno se dijo, tal vez ella también se perdió y aun no se ha dado cuenta.  Su cara apesadumbrada  se ilumino, se sintió afortunado  porque  hasta ese momento, aunque no fuesen conscientes de sus  extravíos, siempre había alguien que lo buscaba  y siempre lo encontraba.


Aidana Zuñiga.- Enemigo imaginario.

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