TEMORES

         
¿Cuánto me quieres? le preguntó Juan a su novia Gabriela, ella rápidamente respondió 
- Te quiero tanto como las flores al agua.
-Yo te adoro- Dijo Juan.
Luego ella se disculpó porque debía irse, le dolía mucho la cabeza y como señorita decente no podía pasar la noche con él antes del matrimonio.
- Me voy, no me siento bien dijo excusandose - ya no aguanto el dolor, es como si me taladrarán la cabeza.-
Se despidió con un beso y la vio alejarse de la pequeña cafetería donde se juntaban en las tardes después del trabajo. 
Pidió otro café y la cuenta. No tenía apuro en llegar a su casa, llevaba poco tiempo viviendo solo y aún no lograba acostumbrarse a su libre soledad. Se tomó el café y salió del local, quedaba cerca del edificio donde vivía. Camino deliberadamente despacio intentando demorar al máximo cada paso, la idea de llegar a su departamento vacío no le era para nada atractiva, no sabía porque, pero lo angustiaba. Miro la hora, pensó en ir a visitar a su madre. De inmediato abandonó esa idea. Su madre, una buena mujer, pero desesperantemente aprensiva aún no se conformaba con la idea de que su único hijo hubiese decidido dejar la casa en que había crecido feliz. Menos iría a decirle que la visitaba para no sentirse solo. Sin meditar el rumbo siguio caminando a ningún lado. Su ánimo había cambiado, estaba melancólico. Siguió caminando por mucho tiempo. No estaba preocupado, tampoco asustado de la inminencia de la noche. Caminó y mientras más lo hacía sentía que no había vuelta atrás. Se entristeció por su novia a la que ya no vería más, pensó en lo mucho que lo extrañaría su madre, recordó cómo si se tratase de un pasado lejano sus pertenencias; su auto, su ropa, su computador , pero se sintió aliviado de dejar atrás su departamento vacío. Caminó cansado, caminó hasta medio dormido. Iba a ninguna parte, sin entusiasmo, sin muchas expectativas. Por primera vez en toda su joven vida estaba siguiendo sólo su instinto poco entrenado. Al principio compró agua y comida con la plata que llevaba en los bolsillos, después comió lo que pudo. Durmió en bancos de plazas, en las escalinatas de alguna Iglesia, en la sala de espera de algún hospital , en los asientos de un terminal de buses. Conoció la marginalidad de mundos habitados por personas que se vuelven invisibles para los demás, para los que no son parte de estos , los otros mundos.
Encontró gentes buenas y malas por el camino .
Aprendió que existen personas que aunque no tengan nada material , son dueños de genuina solidaridad y bondad. Se sintió conmovido. Es fácil compartir lo que sobra, pero compartir lo que casi no se tiene, eso si es una tremenda prueba de generosidad.
Llamó un par de veces a su madre para dejarla tranquila, le dijo que estaba de viaje por razones de trabajo. Después le mintió contándole que estaría mucho tiempo fuera porque lo habían ascendido.
Sólo una vez llamó a su novia y fue para decirle que la quería tanto que no se casaría con ella,.le rogó que no lo esperase porque el no regresaría. Escucho sus gritos, el llanto y todos lo improperios que le gruño. Después de aquella llamada nunca más supo de ella ,ni ella de él. Aún asi Juan en su corazón la siguió adorando por el resto de su vida. Ella nunca pudo explicarse porque él se fue.
Él no supo como explicar que cuando decidió caminar ,fue solo para no tener que llegar a la fría soledad de su departamento vació.


Aidana Zúñiga - soledades

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